José Rubén Romero |
José Rubén Romero es uno de los escritores más populares y simpáticos del México de nuestro tiempo. Con vivacidad, con gracia y con picardía, a las que agrega un fondo de sentimiento y humana comprensión, nos ha dado una visión palpitante y pintoresca de la vida de la provincia mexicana, en particular del Estado de Michoacán, que tiene, en sus valores humanos, una cierta universalidad.
Su estilo es de gran sencillez, y en él se mezclan dos corrientes sanas y vivificantes: la corriente popular, que en el uso diario va forjando frases pintorescas y elocuentes, con algo de la flexibilidad y el sabor de un refrán, y la corriente culta, en cuya disciplina el escritor, a ejemplo de los clásicos, aspira a una facilidad y a una fluidez que, al mismo tiempo que hace transparente su pensamiento, atrae, como una cortesía, al lector.
José Rubén Romero ocupa un lugar importante dentro de la gran tradición de novelistas mexicanos que han escrito principalmente para regocijo y entretenimiento del público lector; escritores que a los éxitos puramente académicos prefirieron siempre la comprensión y la simpatía de los que buscan en la lectura, más que información o ciencia, un momento de solaz y esparcimiento. Noble tradición a la que nuestra literatura debe algunas de sus obras más famosas: El Periquillo Sarniento, de José Joaquín Fernández de Lizardi (1776-1827), Astucia, el jefe de los hermanos de la hoja, de Luís G. Inclán (1816-1875), Los Bandidos de Río Frío, de Manuel Payno (1810-1894), hasta llegar a los sutiles cuadros de costumbres de Ángel de Campo (1868-1908) y las narraciones más conmovedoras de la Revolución Mexicana.
Romero ha logrado enriquecer la galería de tipos mexicanos que, más por sus defectos que por sus virtudes, ha ido sancionando el gusto y la imaginación populares. A esa galería, formada durante siglo y medio —que inauguran gloriosamente “El Periquillo Sarniento” y “Don Catrín de la Fachenda”, de Fernández de Lizardi, y que llega en nuestros días hasta el “Canillitas”, de Artemio de Valle Arizpe— ha contribuido José Rubén Romero con el famoso Pito Pérez, que después de divertir a los lectores de los libros en que se cuentan sus debilidades y sus ocurrencias, ha pasado a la vida de la pantalla para deleite de los públicos del cine mexicano, dentro y fuera de México.
La obra de José Rubén Romero, fácil, entretenida, humana, con rasgos de picardía y luces de sentimiento, con la filosofía y la piedad que la vida, y el escepticismo y la ironía que destila la experiencia, tiene un lugar en el fondo permanente de la literatura mexicana, y así como deleita ahora a sus lectores, se puede predecir que seguirá deleitando a todos los que quieran conocer y explicarse nuestra alma, nuestra vida y nuestras costumbres.
Dr. Antonio Castro Leal
No es difícil encontrar en Internet información biográfica sobre este escritor, pero creo que la mejor forma de conocerlo es leyendo sus novelas. En ellas, él mismo nos cuenta, con su característico estilo narrativo, su vida y sus andanzas en las distintas épocas de su vida; desde su infancia, hasta su madurez.
Su estilo es de gran sencillez, y en él se mezclan dos corrientes sanas y vivificantes: la corriente popular, que en el uso diario va forjando frases pintorescas y elocuentes, con algo de la flexibilidad y el sabor de un refrán, y la corriente culta, en cuya disciplina el escritor, a ejemplo de los clásicos, aspira a una facilidad y a una fluidez que, al mismo tiempo que hace transparente su pensamiento, atrae, como una cortesía, al lector.
José Rubén Romero ocupa un lugar importante dentro de la gran tradición de novelistas mexicanos que han escrito principalmente para regocijo y entretenimiento del público lector; escritores que a los éxitos puramente académicos prefirieron siempre la comprensión y la simpatía de los que buscan en la lectura, más que información o ciencia, un momento de solaz y esparcimiento. Noble tradición a la que nuestra literatura debe algunas de sus obras más famosas: El Periquillo Sarniento, de José Joaquín Fernández de Lizardi (1776-1827), Astucia, el jefe de los hermanos de la hoja, de Luís G. Inclán (1816-1875), Los Bandidos de Río Frío, de Manuel Payno (1810-1894), hasta llegar a los sutiles cuadros de costumbres de Ángel de Campo (1868-1908) y las narraciones más conmovedoras de la Revolución Mexicana.
Romero ha logrado enriquecer la galería de tipos mexicanos que, más por sus defectos que por sus virtudes, ha ido sancionando el gusto y la imaginación populares. A esa galería, formada durante siglo y medio —que inauguran gloriosamente “El Periquillo Sarniento” y “Don Catrín de la Fachenda”, de Fernández de Lizardi, y que llega en nuestros días hasta el “Canillitas”, de Artemio de Valle Arizpe— ha contribuido José Rubén Romero con el famoso Pito Pérez, que después de divertir a los lectores de los libros en que se cuentan sus debilidades y sus ocurrencias, ha pasado a la vida de la pantalla para deleite de los públicos del cine mexicano, dentro y fuera de México.
La obra de José Rubén Romero, fácil, entretenida, humana, con rasgos de picardía y luces de sentimiento, con la filosofía y la piedad que la vida, y el escepticismo y la ironía que destila la experiencia, tiene un lugar en el fondo permanente de la literatura mexicana, y así como deleita ahora a sus lectores, se puede predecir que seguirá deleitando a todos los que quieran conocer y explicarse nuestra alma, nuestra vida y nuestras costumbres.
Dr. Antonio Castro Leal
No es difícil encontrar en Internet información biográfica sobre este escritor, pero creo que la mejor forma de conocerlo es leyendo sus novelas. En ellas, él mismo nos cuenta, con su característico estilo narrativo, su vida y sus andanzas en las distintas épocas de su vida; desde su infancia, hasta su madurez.
Muy interesante, compañero blog una felicitacion por acercarnos un poco de la gran cultura que nos ha legado tan destacado autor.... Esperamos la siguiente entrega..... F.M.M.
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