Héctor Canales - Diario de viaje (cuento)

 Allá lejos, el mundo
desierto y solitario ocupa su sitio,
hundido en una fosa profunda

NOVALIS

Nadie sino yo podrá decir qué de lo que aquí está escrito es verdad y qué es mentira, porque sólo yo que en este momento escribo conozco la manera exacta de descifrar lo que se lee a continuación. Fue en el mes de julio de un año a finales del presente siglo. Maer no estaba en la tierra por esos días y yo nunca he viajado más allá de las estrellas. Para esas fechas preparaba apenas mi equipaje con esa firme intención, aunque madie más lo sabía. Las condiciones me eran adversas y eso precisamente hacía que el viaje fuera indispensable. No entiendo por qué esa maldita necedad de los seres humanos; ese estúpido empeño de negarse la posibilidad de ser felices, realmente no lo entiendo, pero en fin. He seleccionado ya a mi compañera de viaje, aunque esto me ha provocado un dolor intenso en la raíz primera, ¡maldición! Y yo sin saber qué hacer con los zapatos y con ada uno de los cabellos que me obstruyen la garganta. Pulir, pulir, pulir todos los días hasta que el brillo oscuro me deslumbre.

Poco a poco se desprenden los dedos de mi mano, es difícil sportar este dolor pero afortunadamente aún no he muerto y he de vivir hasta que todos y cada uno de mis miembros se hayan separado de mi y me rechacen, hasta que de mi cuerpo no quede ni la osamenta; hasta que el polvo vuelva al polvo.
Estuve esperando algunas horas y no supe en qué momento me ganó el sueño, hoy es ya otro día y espero tranquilamente la hora de perderlo. Sólo para mí es la rara sensación que me invade, por cada fracción de vida que se desprende de este cuerpo que me aprisiona; sólo para mí es el miedo lamiéndome la espalda centímetro a centímetro; sólo para mí el sabor del ácido que corroe mi entrañas.
La curiosidad se ha disuelto y resbala por mis ojos carcomidos por la certeza de la confusión de un mi dios perdido en la casa de los espejos. Quisiera hablar, pero no puedo, pues la rata que tengo en vez de lengua, me lo impide, finalmente me la tragaré y quedaré mudo para siempre, aunque nada quede para siempre.
Desde aquí estoy mirando un frasco de vidrio, la cámara fotográfica y un reloj redondo que marca la circularidad de un tiempo inexistente y relativo. El pedestal de la esfera que habito es de metal corriente, endeble sostén de un mundo hueco. La luz, que bien podría ser la sombra de la sombra, corre por la alfombra y mis ojos la persiguen hasta que se esconde debajo de un viejo y arrugado pensamiento que duerme sobre una hoja de papel. La desnuda nariz, desnuda de pétalos a las flores marchitas...
Es hora de emprender el viaje a lo desconocido, porque aquí, irremediablemente la bolita seguirá moviéndose por los siglos de los siglos.

2 comentarios:

  1. una frase extraordinaria buena de reflexiona. por que el afàn de ser infelices? la felicidad es solo una desiciòn je,je,je,je,je,je,je

    ResponderBorrar

Gracias por comentar